En Carnes Bel sabemos que, en el mundo comercial, donde el volumen y la calidad van de la mano, cada paso cuenta. Si existe un momento delicado, ese es el proceso de descongelación de esos cortes que guardan tanto sabor, este es un procedimiento que va mucho más allá de «sacar y esperar».
Es un arte, una ciencia, y la clave para que esa carne que servimos o vendemos mantenga esa textura firme, ese sabor profundo y, sobre todo, esa jugosidad que marca la diferencia entre un plato ordinario y una experiencia memorable.
El peligro de la prisa: ¿por qué no dejarla afuera?
Cuando manejamos grandes volúmenes de carne, el peor enemigo es la descongelación a temperatura ambiente.
- Zona de Riesgo: la capa exterior se descongela rápidamente, alcanzando la «zona de peligro» (entre 4 C y 60 C), donde las bacterias, que estaban dormidas, se despiertan y se multiplican a una velocidad asombrosa.
- Pérdida de Jugo: la descongelación rápida rompe las fibras musculares de la carne de forma brusca. El resultado es esa pérdida de «gotas» (el famoso goteo o exudado) que se lleva consigo una parte importante de la jugosidad, el sabor y los nutrientes.
El método de oro: la descongelación en cámara frigorífica
Aquí es donde entra en juego nuestra recomendación definitiva y más segura: la descongelación en cámara frigorífica o refrigeración controlada.
Este método es la garantía de que su producto será tratado con el respeto que merece. Se trata de un proceso lento y constante que permite que la temperatura de la carne suba de manera gradual y uniforme desde el centro hasta la superficie, evitando en todo momento la peligrosa zona bacteriana.
¿Cómo lo logramos a nivel comercial?
- La temperatura ideal: La cámara de descongelación debe mantenerse a una temperatura estable y baja, idealmente entre 0 C y 4 C. Este rango es el escudo protector contra el crecimiento microbiano rápido.
- Preparación de las piezas: las piezas grandes (como lomos, costillares o bloques de carne) deben ser colocadas en bandejas limpias y perforadas, dentro de recipientes más grandes que recojan el líquido de goteo. Esto es fundamental para evitar que la carne reabsorba ese líquido y se contamine.
- El espacio correcto: es vital que haya suficiente espacio entre las piezas para permitir la circulación del aire frío. No apile. Esto asegura que todas las superficies se descongelen al mismo ritmo.
- Tiempo es calidad: este es el punto más importante. Una pieza grande puede tardar de uno a dos días (e incluso más, dependiendo del tamaño) en descongelarse completamente bajo estas condiciones controladas. La lentitud aquí es sinónimo de máxima calidad.
Beneficios prácticos para su negocio
- Jugosidad y textura insuperables: la lenta transición térmica minimiza el daño celular, lo que significa menos goteo y, por lo tanto, una carne que retiene su sabor y es notablemente más jugosa al ser cocinada.
- Seguridad total: mantener la carne por debajo de los 4 C en todo momento elimina prácticamente el riesgo de proliferación bacteriana peligrosa.
- Aprovechamiento máximo: al perder menos jugos, el peso de la carne se mantiene mejor, lo que se traduce en un mejor rendimiento por pieza.
Una vez que la carne esté completamente descongelada (el centro debe sentirse flexible y frío, no duro), debe ser cocinada de inmediato o procesada en un corto periodo.
El éxito comercial en la carne no es casualidad; es el resultado de cuidar cada detalle. La descongelación en cámara frigorífica es ese detalle que transforma la materia prima congelada en un producto de altísima calidad. Planifique, organice y utilice el frío a su favor. Su reputación de calidad se lo agradecerá.

